Fuera de mi cuadrante
Después de casi 11 meses de permanecer en cuarentena, ya sea forzada o por elección, me he propuesto que aunque permanezca en casa, los domingos serán diferentes al resto de los días de la semana.
Con esa premisa un domingo de enero decidí ir a comprar fruta, pero en lugar de irme en carro como habitualmente lo hago, decidí salir de mi zona de confort tal como nos indican los que nos incitan a dar la milla extra. Entonces me preparé, gorra y lentes para el sol, audífonos y playlist a elección, tenis para caminar y ropa deportiva por supuesto.
Solamente me había alejado unas cuantas cuadras de mi casa cuando me tope con un predicador vestido con su traje de domingo, pelo con suficiente gelatina y bastante perfumado, a través de su bocina de pedestal inevitablemente escuché su discurso, “Hermanos, Jesús se apareció de primero a Pedro” no escuché mas porque en mi mente quedó una respuesta que no me anime a darle, “lo siento pero su discurso está errado, Jesús eligió aparecerse de primero a una mujer”, pero me aguanté y seguí mi camino. Estando ya en plena negociación llegaron a la tienda tres servidores públicos, uno de ellos dijo algo así como; “Buenos dias! Mi dia ya era bueno, pero ahora se puso mejor”, los que me conocen saben que yo ni curvilínea, ni extravagante, ni cuerpon, así que seguí como que no era ni conmigo ni con mi proveedora de fruta.
Compras ya en mochila me perfilé de regreso a mi zona de confort, o sea mi casa, caminando sobre el boulevard una moto conducida por un señor ya mayor, bajó por completo la velocidad para tomarse la molestia de dedicarme unas cuantas palabras, que gracias a mis audífonos y a su boca apretada fingiendo sensualidad ni pude escuchar, con paso firme crucé al fortín de seguridad.
No voy a recalcar lo obvio en este relato, ni a recalcar que no es casualidad que los protagonistas sean hombres. Cumplí mi cometido, ese domingo fue diferente al resto de los días de la semana.
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